sábado, 27 de agosto de 2011

Los apologistas cristianos


San Justino (s.II), mártir cristiano, considerado un traidor por los demás filósofos por considerar el cristianismo "la verdadera filosofía".
El cristianismo fue considerado de tal superchería por los contemporáneos de la primera generación que apenas tuvo necesidad de ser refutada su doctrina más que con insultos y burlas. Sin embargo, a medida que "la verdadera filosofía", como lo llama uno de los filósofos convertidos, Justino, se extiende, alcanza también a gente culta que al abrazar la nueva religión desde el paganismo siente la necesidad de comprender racionalmente la fe, por un lado, y por otro de dar razón de ella con términos filosóficos ante los ataques de las distintas escuelas filosóficas, especialmente del medioplatonismo y estoicismo. El escritor cristiano Orígenes, en su obra Contra Celsum, nos ha legado ocho partes de una obra escrita por el pagano Celso en la que combate el cristianismo desde un buen conocimiento de su doctrina, moral y escrituras sagradas. En concreto, Celso centra sus principales ataques contra la doctrina de la Creación (idea que tilda de infantil), las profecías (que según él serían deterministas) y la idea de un Dios antropomorfo o la resurrección de los cuerpos.
La pugna tiene su origen en Frontón, educador de Lucio Vero y  de Marco Aurelio, que difundió entre la gente culta las acusaciones contra los cristianos. Acusaciones que recogen Celso y otros paganos como un tal Cecilio en otra obra, el Octavius de Minucio Félix. otro apologista cristiano. Estamos en el s. II de nuestra era y el agotamiento de la filosofía era patente. El Imperio empieza a entrar en decadencia y los cristianos representan una amenaza interna, que a esas alturas tiene tal entidad que los mismos emperadores la tienen en cuenta en el ámbito cultural.

Me interesa subrayar en este post que los cristianos se tomaron muy en serio las acusaciones, como demuestran las defensas de los apologistas ya mencionados, y otros como Tertuliano, testimonio por otro lado de las doctrinas estoicas y neoplatónicas de su época en su obra El Apologético. Se echa en falta hoy, tiempo en el que asistimos a una rápida decadencia de la democracia, actitudes como la de aquellos apologistas que se esforzaron, con matices, en usar lo provechoso del saber clásico para defenderse. Hay sin embargo algunas diferencias que conviene apuntar entre los principios filosóficos de aquella epoca y la nuestra:
  • La filosofía contemporánea no está abierta a la trascendencia, en líneas generales; los principios materialistas y arreligiosos son como sus columnas;
  • El diálogo, previo a la Evangelización deseada por los cristianos, no se da entre argumentos de razón normalmente, sino de sentimiento, de experiencia subjetiva. Lo pudimos comprobar días atrás con as entrevistas a los jóvenes participantes de la JMJ. Muy flojitos.
  • Atascados en experiencias subjetivas solamente universalizables en un hecho, el religioso, que no pertenece a toda la humanidad, sino a unos cuantos, por muchos que sean, no hay desarrollo ulterior que el de la mera descripción antropológico-cultural de ese hecho, que tomará diversas formas según la cultura en la que se inserte. 
  • No sirve a los cristianos, por ejemplo, los desarrollos neokantianos de la vida en ciudadanía, pues subordinan el hombre al ciudadano en orden a una Paz perpetua, título de una de sus obras.
  • Hay, en fin, temas controvertidos que no se aclaran sino es en referencia a un orden superior trascendente y a un principio de autoridad suprema (matrimonio, anticoncepción -en el caso católico-, etc.) Aquí es donde se demuestra en toda su fuerza los límites de la filosofía para pensarlo todo.

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