miércoles, 20 de julio de 2011

Los límites de la filosofía: nuestro tiempo y la época helenística. Testimonios

Desde perspectivas muy diferentes, traigo a colación estos dos textos. El uno, del P. Leonardo Castellani (+1981), insigne sacerdote argentino. El otro, del profesor español Salvador Mas Torres, de la Universidad Nacional de Educación a Distancia.

P. Leonardo Castellani: artículo actualidad de sto. Tomás:
Estamparé aquí una afirmación osada, que a quien le parezca disparatada o temeraria no tiene más que pedirme se la pruebe... Es ésta: en la época en que estamos, la Epoca Atómica (que yo llamaría “Parusíaca”), no habrá más filosofía. Habrá solamente Teología; la filosofía habrá retrocedido a sus raíces religiosas. Habrá una lucha religiosa a muerte entre el ateísmo y la Iglesia Católica, es decir, entre la teología de Hegel y la de Tomás de Aquino. Podemos adelantar que Hegel vencerá, pero no para siempre.

Hace ya un siglo, el gran Menéndez Pelayo exclamó (en Ideas Es­téticas, tomo 4, I): “¡No hay filósofos, y quizás no los habrá ya nunca!”, que es lo que estamos diciendo. Tampoco los hubo después del gran crítico hasta nuestros días. Pero, ¿y esa bandada de filósofos disemina­dos por todo? Aquí en Buenos Aires tenemos como cinco... No son filósofos: son profesores de filosofía. Son discípulos, seguidores, epígo­nos de Hegel. Y lo mismo se ha de decir, pese a quien pese, de Bergson, de Max Scheller, de Gentile, de Julián Marías y de Ortega, etc., etc. Son a veces brillantísimos expositores, pero filósofos no son. Son flor de un día.
El causante de esta polarización en marcha fue un teólogo extraño y poderoso llamado Söeren Kierkegaard.

Salvador Mas Torres, en la Guía web de su asignatura:

"La reflexión filosófica ya no es estrictamente racional, más exactamente: la misma filosofía es muy consciente de los límites de la racionalidad, y asimismo de que estos límites son de carácter religioso. Cuando Flavio Josefo identificó a los saduceos con los epicúreos, a los fariseos con los estoicos y a los esenios con los pitagóricos, fue muy consciente de que por detrás de la diversidad de perspectivas se escondía una misma preocupación metafísica y moral: cómo ser felices en un mundo que se derrumba".