La Posmodernidad considera inaceptable la pretensión de universalidad de la cultura europea, señalando la validez de todos los modelos culturales, e incluso elevando a dogma el relativismo cultural. La antropología cultural ha querido desplazar a la cultura como objeto de estudio de la filosofía. Pero esto ha llevado a las disoluciones.
El
relativismo cultural ha fracasado en su intento de universalizar, o
mejor dicho, de poner asimetría y traducibilidad absoluta entre las
diversas culturas, lo que no es sino una idea más sobre el hombre
como mero animal adaptado al medio. frente a esto se perdería el
elemento constitutivo y diferenciador del hombre, que es la
racionalidad. Husserl, inspirándose en Fichte, nos pone en la pista
de una cultura universal en esta etapa de la globalización: la
producción de una cultura que haga al hombre más humano, un orden
moral del mundo, según su propia formulación del imperativo
categórico kantiano. Ahora bien, estas decisiones individuales
éticas que se irían conformando en comunidades de cultura junto con
los otros requieren una determinación específica, la de querer
formar parte de esa comunidad de cultura. En nuestra época predomina
en cambio la cultura fáctica, donde hay productos culturales
inauténticos u orientados no por un ideal ético, sino por el lucro.
Las grandes compañías discográficas, las productoras de medios
audiovisuales y las TIC (Tecnologías de la información y
Comunicación) producen unos productos culturales de masas que, en
pocos casos, están determinados por un ideal ético, o cuando lo
están, solamente parecen estarlo, debido también a que los valores
éticos de una comunidad cultural auténtica pueden convertirse a su
vez en un reclamo o producto de autoconsumo. En este sentido
podríamos decir que los valores fundados
de Husserl se pasan finalmente a valores aislados o
de la sensibilidad: un banco puede utilizar -y de hecho lo hacen a
menudo- un valor de la cultura auténtica para vender un producto de
la cultura fáctica, como cuando en publicidad nos presentan sus
valores en obras sociales o su apoyo a los más desfavorecidos.
-Por
último, una mención a la filosofía. Es sabido que en el conjunto
de la cultura fáctica imperante, la filosofía sólo se tolera como
ilustración cultural de tipo histórico, que no influiría a nivel
científico, como pretende Husserl, sino solamente en el estado de
opinión general no profesional de la ideal. Esta preferencia de
facticidad por racionalidad es un grave escollo para esa propagación
del ideal de cultura que se propone.
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