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Argumento: Tom es un
acomodado oculista de Los Ángeles que recibe una llamada
comunicándole que su hijo ha muerto en Francia, en la primera etapa
del Camino de Santiago . Viaja hasta allí para repatriar los restos,
pero ante la noticia del Camino, decide incinerar el cadáver, y, con
la mochila de su hijo y las cenizas en una urna completará el camino
que él no pudo hacer. Por las diversas etapas se encuentra con
algunos compañeros que lo acompañarán todo el viaje: una
canadiense que quiere dejar de fumar, un holandés que desea
adelgazar, un escritor irlandés que busca inspiración. Todos tienen
historias que contar, pues, como se repite en varias ocasiones,
"nadie hace el camino por accidente". Al principio todos
quieren ocultar sus penas, pero poco a poco esa dureza se va
deshaciendo a medida que van haciéndose amigos. Las tragedias
personales que cada uno lleva se mitigan al saber-pues en el grupo se
va comentando todo- lo que el otro no quiere que se sepa, como en el
caso del protagonista, pues una tragedia personal llevada en compañía
es menos tragedia. Se muestra que los verdaderos motivos de los
protagonistas para hacer el Camino de Santiago no son los que afirman
al principio, sino más profundos y personales.
-Virtudes. buena factura,
un ritmo constante que engancha al espectador de una manera suave,
excepto en los momentos de mayor dramatismo. Las interpretaciones
están fuera de duda por parte de la familia Sheen (por cierto,
originarios de salceda de Caselas, Pontevedra), y de los papeles
breves como el de Ángela Molina. Filme realista, refleja muy bien lo
que es el Camino, algo muy accesible por otra parte, pero en este
caso se ve que se ha querido hacer un cuadro figurativo y no
abstracto de las cosas. Los que han hecho alguna vez el Camino
Francés de Santiago se verán reflejados sin duda en alguno de los
personajes. No elude las dificultades de un peregrino, aun en la
época actual, el tema de la penitencia se habla sin rubor. Se
reconoce que está lleno de católicos no practicantes y la necesidad
de rezar (en la escena del Padre Frank, un cura con cáncer de Nueva
York que va repartiendo rosarios a la gente) y ante el anonimato e
individualismo de las grandes ciudades, se contrapone la necesidad y
facilidad para comunicarse en el Camino, para hacer amistades y ganar
en humanidad. Los conflictos entre peregrinos son tratados quitándole
hierro a las discusiones, aun a las peleas. En fin, un retrato fiel
de lo que es el camino y lo que lo rodea.
-Defectos: las cosas que
intenta promocionar (que los católicos no practicantes sí lo hagan,
por ejemplo) no quedan bien promocionadas. Ninguno de los peregrinos
se confiesa al llegar a la Catedral de Santiago, no sabemos si todos
son católicos, pero al menos del protagonista sí. Se conforman con
constatar pequeños milagros como que el escritor irlandés, que
había decidido no entrar nunca en una iglesia debido a los
escándalos en su país, lo haga al llegar a la catedral. Lo mismo
Josh, el holandés bonachón, acaba arrodillándose en el pórtico de
la gloria. Es verdad que en esto también la película es fiel, pues
la mayoría de los peregrinos no se confiesan y sus ideas sobre la
religión son un popurri de todo lo que hay de confuso por ahí. Se
muestra el camino como lo que es, un itinerario personal, pero que en
el caso del peregrino católico (¿puede llamarse así alguien que no
lo sea?), no del viajero, mochilero, buscador de sentido de no sé
que, ha de terminar por reencontrarse con la fe perdida (en Dios y en
la Iglesia, claro) y empezar una vida de práctica de sacramentos y
de oración. Y para eso hay que volver a la Iglesia.
También la peculiar
historia de la cremación y el esparcir los restos por todo el camino
hasta llegar a Muxía es un rito extraño al catolicismo. Eso sí que
no se lo han inventado los peregrinos medievales. es cierto que la
Iglesia no dice nada sobre dónde deben reposar los restos
incinerados. Y que permite la cremación desde tiempos recientes: el
Código de derecho Canónico de 1983 (Canon 1776, #3), siempre que no
sea por razones contrarias a la fe cristiana. En esto hay una nueva
postura, pues antes no se permitía la cremación por el
indiferentismo religioso que daba a entender y la disolución del
sentido escatológico de las exequias.
-Por último, he de decir
que a los españoles no nos dejan demasiado bien en la película,
salvo a los gitanos. En una escena le roban la mochila al
protagonista y persigue a un chaval gitano. El padre se entera y
obliga al rapaz a devolverle la mochila y la urna a Tom. y les invita
a él y a sus amigos a una fiesta gitana. No podía faltar el toque
antidiscriminatorio y salvador de los americanos, cosa que
difícilmente soportan y que es reflejo también de su
desconocimiento de la realidad europea. Los franceses, representados
en el gendarme que atiende a Tom a su llegada, quedan como gentes
hospitalarias, amables, humanas (esto es verídico, nada que
objetar). los demás europeos como el escritor irlandés y el chico
holandés como gente habladora, normal, sin fobias. Y la canadiense,
a pesar de ser una mujer con un trauma, se comporta de una manera
natural. Sin embargo, los españoles cobran el protagonismo en las
siguientes escenas: la ruda y arisca hospitalera de Roncesvalles; el
dueño de un hotel que está loco; una venta al más puro estilo
quijotesco; la excesiva importancia que le dan a la diversidad de
formas culturales (que si los pinchos no son las tapas, etc.) en
Pamplona, dejando claro que aquello es la "España vasca";
los policías que empujan al holandés y lo tiran en burgos al
detener a Tom por borracho; etc...Un pueblo, el español, que parece
confundir sinceridad con brusquedad y nobleza con altivez. Hasta
cierto punto estoy deacuerdo, pero es una visión demasiado sesgada.
Lo malo es que para ver gente diferente o buena hay que buscarla, y
esta otra la encontramos fácilmente...Buen camino.