La
feminización de la sociedad
Tópicos
dichos por mujeres con los que estoy de acuerdo:
“Este
es un mundo de hombres”
“Los
chicos lo tienen todo hecho”
“lo
importante es el amor”
“ya
dicen los estudios que las mujeres somos multitask”
“los
hombres sólo quieren una cosa”
“los
hombres no saben hacer muchas cosas a la vez”
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Verena Stolcke |
...Y
sigue. Esto es sabiduría popular, pero como escribo desde una
comunidad matriarcal y matrilocal como es la gallega, tengo que hacer
algunas puntualizaciones. Es precisamente este hecho-el comprobar que
en una sociedad tradicionalmente regida por las mujeres la sociedad
en cambio, no se feminizó-
lo que me lleva a ello. Refranes como “un hombre es un hombre, y un
gato es un bicho”, o expresiones como “medio hombre”, muy
populares por estos lares, me indican que eso no viene de la cultura
cultivada, asentada y aceptada solidariamente, sino de la cultura
global, y en concreto, de la antropología cultural relativista.
En
una situación normal, véase en una oficina donde existen los
típicos y normales roces entre compañeros de trabajo, si las
mujeres están en mayoría esos roces pueden convertirse en un
conflicto permanente, por la natural tendencia de las mujeres a
defenderse y a hacer grupo. Hasta aquí todo normal. Pero esta manera
de actuar se extiende hoy a todos los ámbitos cotidianos. Las
mujeres mandan. Algunas mujeres me han comentado a veces que
prefieren trabajar entre hombres debido a que se entienden mejor con
éstos a la hora de hacerlo en equipo o de no pisarse al repartir las
tareas. Es sabido la mayor valía de las mujeres por su fina
psicología, su paciencia y su habilidad para lo concreto sin
descuidar lo abstracto, su “estar en todo”, etc. Pero como este
post no está escrito para hacer la pelota, debo decir que su actitud
defensiva está fuera de lugar cuando uno pide un café en un bar y
parece que le está haciendo un favor al cliente, o que incluso éste
molesta. Un hombre-será por eso de que no pueden hacer dos
cosas a la vez- no hace nunca un
problema de un asunto tan nimio. La exageración del conflicto o de
la urdimbre cotidiana es defecto femenino, que puede también estar
en muchos hombres.
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mujer rural gallega actual. |
Me
arriesgo a ser calificado de muchas cosas, pero pienso que estos
defectos se han reforzado con el feminismo vindicativo
venido tanto de la antropología
cultural relativista (Verena Stolcke, interesante entrevista aquí o Michelle Rosaldo- que acuñó
el término violencia de género)
como de la filosofía postilustrada de Celia Amorós o Amelia
Valcárcel. Para ellas los filósofos defensores del tradicionalismo
en la sociedad (Burke, Donoso Cortés, etc.) son culpables de
naturalizar diferencias
injustas entre hombres y mujeres, y por tanto afirman que esas
diferencias son artificiales. Es verdad que ellas se refieren más
bien al papel y los derechos de la mujer como ciudadana, derechos
que, al emanar de un contrato social (como es el caso de una
constitución de los estados nacidos de las revoluciones americana y
francesa-y los que se inspiran en ella-) son irrenunciables. Por
tanto, en la visión ilustrada es coherente que digan eso. Sin
embargo, no tienen en cuenta la situación concreta, ellas, mujeres,
dadas a lo concreto, y se muestran siervas de su pensamiento más que
de la realidad, que es tozuda. Esa realidad muestra que la igualdad
simétrica entre hombres y mujeres no es posible en lo concreto, pues
no somos iguales. La igualdad en derechos cívicos de primera
generación que engloben al hombre en cuanto miembro de la comunidad
política, sí. Ya no me meto en el problema de los supuestos
derechos de segunda o de tercera generación, ya no digamos una
cuarta o quinta. Pero no es lo mismo el derecho de baja por
maternidad que el de paternidad. Las mujeres tendrían que tener
derechos adaptados a su condición natural, por ejemplo, de madre,
pues no hay nada más femenino que eso. La igualdad simétrica se
rompería, pues una madre necesita tiempo y dedicación casi
exclusiva a sus hijos. Si quieren reivindicar derechos para las
mujeres, podríamos empezar por los de la conciliación laboral y
familiar. Poder trabajar por horas, desde casa... que muchas
mujeres-las que pueden- dejen sus trabajos para ocuparse de ser madre
dice bastante. Ahí está todo un campo reivindicativo que apenas ha
sido explotado desde la filosofía en femenino de estas autoras, muy
ocupadas en derribar los prejuicios culturales de las sociedades
tradicionales del tercer mundo. Aquí también hay cosas en las que
pensar.