sábado, 11 de febrero de 2012

La "reforma" de los estudios eclesiásticos de Filosofía. Para víctimas de la Logse

Alumnos de catequesis. Se requiere filosofía personalista.
Para el curso 2012-2013 entrará en vigor un decreto de "reforma" o cambio insustancial de los estudios de filosofía para las facultades eclesiásticas y seminarios. El cambio se refiere sobre todo al número de créditos que forman parte de dichos estudios, que se cifran ahora en un 60 por ciento obligatorio de materias filosóficas tales como la historia de la filosofía, lógica y metafísica, poniendo el acento en la antropología filosófica y la "dignidad de la persona humana". El decreto de reforma viene como a refrendar la Constitución Sapientia Christiana de Juan Pablo II, no a sustituirlo (solamente se dice que tras treinta años de experiencia de dicha constitución es necesario modificar algunos puntos), y no podemos apreciar grandes cambios, a no ser la introducción de la asignatura de Filosofía política. 
filósofos populares a los que se tendrán que enfrentar los futuros clérigos
Pero el gran caballo de batalla en la práctica es el criterio de quien dirige la facultad de Teología, pues el Decreto le da a éste la potestad de fijar las materias más importantes. No es novedad que la Iglesia concede a la Filosofía una importancia relativa-propedéutica para la Teología-, pero si quiere, como afirma el Decreto, que se estudie como prioridad el pensamiento de Sto. Tomás de Aquino, no es de recibo que diga que éste se estudie "de manera ejemplar, no exclusiva"(nº12). Sobre todo porque no se pueden formar unos "habitus" intelectuales para pensar y razonar con precisión si no se estudia de manera sistemática y seria la filosofía de Santo Tomás y las categorías desarrolladas por la escolástica. Podrán decir que ya se estudia, o que si no se estudiaba lo suficiente con este decreto se estudiará más, pero no es así. El caballo de batalla al que aludíamos-el criterio de la persona que dirige- es abrumadoramente antiescolástico en la Iglesia actual, con honrosas excepciones como los seminarios de la Hermandad de San Pío X, por poner un ejemplo, o de otras comunidades tradicionalistas que en plan nicodemo lo mantienen de puertas para adentro.  Un decreto no resuelve por sí solo el problema de la filosofía de las escuelas eclesiásticas. Es una filosofía ésta, la que se enseña, que si bien toca la filosofía de Sto. Tomás en algún curso, lo hace con una perspectiva historicista y meramente la coloca como ejemplo histórico de una síntesis sublime, en el mejor de los casos, pero superada.   Superada no porque los problemas concretos que se han de pensar sean distintos, sino superada porque estamos en un momento histórico que engloba el tomismo como patrimonio cultural y ése es su valor y no otro. Eso es lo que piensan casi todos los que dirigen los departamentos filosóficos de las facultades e institutos teológicos de la Iglesia. Y mientras no se subsane esta forma mentis, que el susodicho decreto pretende cambiar, no hay nada que hacer. La forma mentis adquirida por el clero y los seglares que estudian en las instituciones de la Iglesia es la de la filosofía personalista en general. Faltan el rigor de la lógica y las categorías sólidas de la filosofía perenne. Produce un pensamiento débil, un irenismo barato que es el pan de cada día en la Iglesia de hoy, y un desconocimiento del pasado como punto de partida para interpretar  y llevar a su perfección el presente. 
El decreto no cita ni una sola vez la Aeterni Patris de León XIII, que sin embargo es citadísimo en las cuestiones sociales con otra encíclica, Rerum Novarum.  Fides et ratio es la fuente primigenia para cribar y cristianizar el pensamiento racional. 

De todas formas, ya no hay apenas alumnos en los seminarios y los que quedan no muestran demasiada inquietud por todo ello. La práctica pastoral y la actividad ha de ser su ocupación más importante en la formación, digo yo. Filosofía para víctimas de la Logse-o mejor, del método histórico-salvífico.